martes, 4 de julio de 2017

Hace mucho tiempo la lógica indica una retirada ordenada para la acumulación de fuerza. Hablando en términos estratégicos, irnos a la retaguardia. En estos años de duro batallar es mucho lo creado, lo aprendido, pero las nuevas circunstancias nos dicen que para las próximas batallas necesitamos balancear lo hecho, lo ocurrido para poder ganar la guerra definitivamente. Todo el mundo criticó a Bolívar por mandar a Sucre, su mejor oficial a la retaguardia antes de la batalla de Ayacucho: Era correcta la decisión; venían de varias batallas, cansancio, molestia, heridos, hambre, era un ejército con grados de desmoralización alta, había que curar, organizar, escuchar, porque un general debe conocer en esencia a su ejército y eso sólo es posible compartiendo, conociendo en profundidad las vicisitudes. Nosotros ganaremos esta guerra desde la retaguardia, cuando nos sembremos y nos hagamos árbol fuerte, roca dura, selva inexpugnable, lo desconocido para el enemigo aun en lo visible.

No podemos ir pensando que quiere la gente, arepa, mortadela, vestido, no, no, tenemos que tener un plan, y en primer lugar el plan es decir la verdad, somos todo el pueblo el que tiene que decidir las batallas. Desde allí nos vamos a moralizar, no buscar que nos moralicen ¿y cómo lo hacemos? pensando, diseñando, construyendo el futuro. Somos casi seis millones de personas que podemos tomar la decisión de trabajar en función de crear la otra cultura, ambicionemos estar organizados, disciplinados, convirtámonos en la vanguardia de este pueblo, esa es la gran tarea por muchos años. Eso requiere de una avidez histórica, porque podemos ser diputados y está bien, podemos hacer política, pero trascendencia no habrá en esa acción, se requiere decisión histórica en la política, como pueblo debemos ser políticos con interés histórico, que no nos nombren hoy, sino dentro de cien años, que la gente de mirada corta puede burlarse diciendo para que quiero la historia, yo quiero que me aplaudan es hoy, con ser demagogo basta. Los pueblos necesitamos ser políticos con terquedad histórica, porque los individuos mueren, tienen existencia finita, los pueblos no. Nosotros no podemos hacer demagogia.

Lo otro es mantener el espasmo político, esa es la rudimentaria y miserable política cotidiana; de mantenernos en ella, esta historia se tragará a millones de millones de nosotros sin percatarnos de que ocurrió una revolución. Dentro de quinientos años, la gente dirá por qué fueron tan cobardes, porque no tuvieron decisión, porque nos heredaron este futuro tan mezquino, así se nos nombrara en un futuro; pero no porque lograste hacer casas, dar carros, hacer cloacas esa vaina le sabe a mierda al futuro. Porque todos seremos tragados con todas y las hechuras, por la voracidad del huracán revolucionario, que hoy cabalga al planeta. Sólo sobrevivirá lo soñado.

Viene de: (Los necios de panfletos y cliché ante la Cultura Comunal)
Fuente: elcayapo.blogspot.com

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