lunes, 10 de junio de 2019

                     Para quienes nos graduamos en la calle todos los días. “El periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad,” “Los periodistas se han extraviado en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro.” Dicho por el maestro, periodista y escritor Gabriel García Márquez. 

Hoy DIA de (…) 


Hoy que nos siguen mintiendo, que nos mentimos y seguimos felices en nuestra sociedad de cómplices, es natural es decir cultural que exista un día de (…), lo que no es un problema si se le analiza de manera simple como que es producto de la lucha de alguien en un determinado periodo histórico, o la lucha por el reconocimiento la reivindicación de un determinado “Gremio” y que sin temor a ser juzgado, todos en determinada medida, conscientes o no, terminamos defendiendo lo criticado, es decir el “Gremio,” por lo que intentaré en esta reflexión de no caer en la tentación de defender algún gremio en particular… Hoy Día de (…). 

El capitalismo como estructura política, económica, social en su desarrollo y evolución ha perfeccionado sus métodos para perdurar en el tiempo, se vale para ello de todo cuanto le sea necesario de allí que, quienes controlan el poder saben y entienden bien que cada día dependemos del reconocimiento y aprobación de lo que hacemos y decimos, de allí que reconocen nuestras luchas y se alimentan de ellas en un juego macabro de establecer después de algunos muertos que tengamos el día de (…), para celebrar, conmemorar pero no por casualidad los días de (…) responden a trivialidades, que le garantizan la continuidad en el proceso de acumulación de riqueza y los mantiene en el poder, no dan relevancia a las que surgen del seno de lo colectivo y mucho menos las que nos recuerdan de nuestra historia de resistencia y lucha por la libertad como única forma de vida... 

Cada año felices el Día de (…) y el resto del año serviles y dóciles ante la lógica dominante, cuanta ironía, ya que quizás los verdaderos responsables de ese reconocimiento jamás pensaron y entregaron su vida por el circunstancial día de (…), sino más bien soñaban en resolver lo estructural, que radica en la transformación de la realidad que nos hace esclavos, de esclavos. Pues al final de la jornada el capitalismo encontró la fórmula que lo mantiene intacto, nos da para cada “Gremio” un día DE (...), que calma nuestras miserias y así mantenemos el orden de explotación del hombre por el hombre .Un día de(…) que nos mantenga lejos del día de los juntos, del día de los iguales, alejados del dia de respeto en la diversidad, separados del día de vernos a los ojos y hablarnos de manera franca, sincera y abierta, separados realmente del ser, apartados de reconocernos como especie, para detener la destrucción de la madre tierra.

Escrito por: Julio Cesar Rodriguez (Bakunin Mijais)
Comunicador Popular

Este escrito es el resultado de hablar y de hablarnos, tantas y tantos mortales que por allí andamos, lo comparto como una sistematización colectiva con la aspiración de que contribuya en alguna medida con nuestro proceso de desarrollo hacia la sociedad socialista que pretendemos y construiremos, claro solos no juntas y juntos sí, como iguales como especie como seres. Hay una frase de Chávez que dice algo como: “yo soy de verdades, aun cuando a veces la verdad es un error”. 

La comunicación como forma integral para entendernos dentro de este grupo de individuos con intereses en común debe ser guiada por la verdad. La verdad es revolucionaria. Es de nuestros tiempos. Es indiscutible que para conocer nuestra verdad, debemos definir el pensamiento que nos anima a construir la historia. Esto pasa por discusiones y formación continua con nuestros iguales, hermanos de clase. (Esto excluye, por supuesto, a todos aquellos que decidieron no hacer pensamiento sino entregarse a un sistema de ideas ya establecidas en base al poder.) En esa constante, el efecto de la comunicación aterriza en las realidades. 

Porque las gentes de verdades precisan objetivos. Las gentes de verdades, asumen responsabilidades (sin que ninguna deje de ser importante) según lo que el cuerpo le permite. La gente de verdades, no duda ni flaquea ante la farsa del enemigo más cercano, nuestra propia sombra de miserias acechando en cada esquina pa que traicionemos a la verdad. Esa práctica, desde todos los espacios en los que nos desenvolvemos trazará un camino despejado y con menos inconvenientes.

Unificación de criterios. 

Se debe defender la idea pero con sentido común y de la manera más férrea pero organizada posible ya que hay un universo cosmogónico y pluripolar de criterios pero tenemos que estar claros que se deben unificar para que no estemos dispersos entre ese universo y sentar bases. Es necesario del estudio y de la acción. Uno más que otro o sólo uno, se queda en giros, en el mismo lugar. Hacer y difundir nuestra memoria histórica. Comenzar a valorar lo que somos, lo que hemos construido como pueblo entero. Desde el 27 de febrero de 1989, 4 de febrero del 92, las elecciones de 1998 y los 14 años de victorias electorales 18 en total con el invicto Chávez, nuestro Gigante; el golpe de Estado, las intentonas que vinieron después, el sabotaje petrolero. Los dos años recientes de turbulencias y ataques continuos y directos desde gringolandia: la guerra líquida, la guerra económica, las guarimbas, los asesinatos, y lo que viene. Aún con eso, Chávez tiene razón en gritar que hay bastante pueblo en esta patria, haciendo y construyendo en lo que es un pestañeo (teniendo en cuenta 523 años de nuestra larga historia de esclavitud) 18 añitos, nuestra historia que dignifica. Tenemos que hacer esa memoria, comprenderla, valorarla y difundirla. 

Comunicación para vivir o Vivir de la Comunicación 

Este tema de la comunicación tan central para lo que estamos construyendo, se fortalece de esta posibilidad de desaprendernos del lenguaje de poder con el que nos formo el capitalismo y asumir lo colectivo desde la sinceridad que nos secuestraron pero que lograremos su liberación. La realidad seguirá dando la razón, este sistema de explotación y saqueo del planeta, por el afán egoísta de acumulación por mantener el sistema capitalista, ya no da para más, la naturaleza está cobrando su parte en varios lugares y los pueblos también, está llegando la hora de que todos seamos un solo mundo, bajo un sistema que respete al ser humano y en convivencia plena con la naturaleza, sin explotar al hombre ni depredar al planeta. Para salvar a la especie humana y respetar a la naturaleza, ya no debe haber primer o tercer o segundo mundo, 

todos los pueblos del mundo cuando se trata de hacer respetar sus derechos por un futuro mejor, existe un sólo camino por recorrer, hay que arreciar la revolución cultural, comunicacional, política, social desde el trabajo y la educación como proceso fundamental. El capitalismo y sus representantes, les guste o no, tienen que reconocer esta realidad, los pueblos y la tierra no resisten más Las grandes fallas de los partidos con concepto de “maquinaria” es que son trampolines políticos que terminan siendo asaltados por voraces seudo líderes llenos de apetencias de poder, no nacidos del pueblo sino de las ansias políticas o económicas y que luego de finalizadas las contiendas electorales se desinfla la estructura o se paraliza la maquinaria y de a poco el pueblo mira con dolor, con profundo dolor, como fue utilizado por una seudo dirigencia que una vez en el poder le da la espalda, lo olvida y comienza a pavonearle a los poderes políticos y económicos, dejando en el olvido las promesas realizadas. Hoy el mundo es más completo, por eso todos tienen precio, Es tan cómodo servirle al imperio de mierda, que nos cuesta mucho pensar en vivir de nuevo a la intemperie. De bolas, que todo es más fácil si aceptamos vendernos. 

Pero que nadie se quede en la vitrina. Este mundo se cae a pedazos mientras todos nos vendemos por cualquier precio. Por más cómoda que me vendan la traición, seguiré siempre al lado de la revolución. 

Apaguemos la radio encendamos la comunicación. 

Por favor, a quienes tenemos que entendernos Por amor a los hablantes y escuchas, Por un fósforo, hago mis ruegos, Para la vela que mendigo, Que ilumine la comunicación, Esa que mal dirigimos Entre la avaricia y la arrogancia Entre no entendernos ni comprendernos… ¿Quién lo tendrá, donde estará la cajita, quien nos venderá la vela?. Mi mama usaba un platico, como olvidarme de ella, Si me enseño a encenderlas De una, en una, las velas, Que una, se enciende con otra, Que otra, enciende a cualquiera, Que una vela Le hace la base a otra, Para que aguante la candela… Como también recuerdo Que lo primero es la base donde ponerla… … ¿y a la comunicación, donde sostenerla? 
Derrotemos los Egos, Construyamos comunicación. 


Si nada es nuestro y todo cuesta, como encender la comunicación, quizás solo la plegaria es propiedad colectiva, el ruego, y la palabra, trabajemos pues a hacer los fósforos para el fuego, con la razón y el corazón, hagamos la vela con la cera de los desacuerdos para saber en que ponernos de acuerdo, que se derrita con la llama de nuestro tesón, en la base del platico de lo que somos. Queremos ser entendidos y comprendidos, y se nos va la vida en la lucha intensa, entre el hacernos entender y que nos reconozcan, se nos pasa el tiempo,

Malgastamos los momentos en una competencia donde debemos hacer sobre todo las trampas más necesarias para sobrevivir, el detalle es que creemos que lo logramos, nos imponemos tratando de que se nos escuche, sin oír, de que nos comuniquemos sin comunicar, de pensar siempre que somos uno y no mínimo dos, es triste saber que quienes quieres no te entienden, más doloroso es enterarnos de con quienes contamos no nos entendemos, porque nos dedicamos a decir, y no a escuchar, para escuchar tenemos que buscar las ganas de desaprender, de descobijar al pensamiento, de no tener miedos y dejarnos de tratar como enemigos, no se trata de tener la razón es de compartirla, no se trata de ganar, sino de construir en marco de una lógica . Nos quejamos siempre de que no “me entienden”, “tu no me comprendes” pero no hacemos nada por salir de ese estado, porque “tú tienes que”, debemos siempre buscar conversar, cuando alguien evade el diálogo es más complicado, pero siempre hay que insistir y demostrar con humildad que lo intentamos, de una y mil maneras, que quien no busca avanzar en conjunto, tendremos que inventar el cómo no dejarlo atrás, debemos situarnos en las medias del otro, pero es más conveniente repartir culpas más cuando no alcanzan para “mi”, nos cuesta asumir responsabilidades eso también lo entiendo, cada quien en sus momentos, cada cual en sus fases, tenemos que hacer el esfuerzo por asimétricamente aproximarnos a una comprensión mayor de los demás, nos tocará siempre comprender y entender a quienes aun no tienen cicatrices, ni heridas en el pensamiento, es saber que cada quien es particular, y como partícula tenemos características, observémonos pues, seamos valientes y dejemos la cobardía de ver solo “desde mi punto de vista”. Desde la individualidad todo es cómodo, es fácil, salgamos de ese estado a uno superior donde la compresión del colectivo pasa por una percepción colectiva. Apaguemos los aparatos, y miremos alrededor, encendamos la mirada, y busquemos conectarnos con la totalidad de la que somos parte, encendamos los oídos, y escuchemos los pájaros que están ahí, detrás del ruido del carro, olfateemos el olor de las pumalacas de la avenida, del mango que aun sobreviven al cemento y que aun así nos informan de lo increíble de la vida, busquemos la llama interior para sobrevivir a la incomunicación. 

Y luego, solo luego podremos conectarnos como hermanos, como seres que también buscamos sobrevivir, y para ese logro tendremos que decirnos, tendremos que escucharnos, tendremos que acordar, y la garantía será el respeto para el avance sensato a un estado superior de nuestras vidas. ¿Estamos dispuestos o no?, si nosotros que decimos que la comunicación es lo más importante para el ser, no la practicamos que clases de seres seremos, entonces dejemos el panfleto, cerremos las cuentas virtuales, dejemos el celular de lado, los grupos y apaguemos la radio, y nos vamos a recoger chapas para la plaza, y hay que ver que hasta para eso nos tendremos que poner de acuerdo, nos tendremos que comunicar.

Escrito por: Julio Cesar Rodriguez (Bakunin Mijais)
Comunicador Popular

martes, 14 de mayo de 2019


Estos tiempos inestables que nos impone el poder de las grandes familias transnacionales nos obligan a trabajar siempre en dos sentidos: el de la creación, diseño y construcción del pensamiento, así como su experimentación para crear la cultura de lo colectivo, de la participación protagónica tangible, no demagógica, la de los hechos cotidianos desde el cuerpo social; y el estar permanentemente alerta en las trincheras de lo por morir, porque el humanismo en su proceso de autodestrucción, y fundamentalmente su aparato de guerra y producción (el capitalismo), están en alto grado de criminalidad.

En cada uno de ellos a veces se confunden las acciones. Muchas veces al confundirnos deseamos soluciones mágicas, pero no es en ese ámbito en donde están las soluciones sino en el pensar y accionar colectivo, y es aquí en donde no debemos perdernos aun cuando estemos demasiado confusos; las claves de la revolución así nos lo indican.

Esto nos obliga a centrarnos. Debemos crear los elementos comunicacionales permanentes que aún dentro de la inestabilidad nos permitan estar comunicados e informados de cada paso que debemos dar. Eso pasa por desprendernos de los diferentes pegostes ideológicos, métodos, dogmas, panfletos, en los que nos acostumbraron a mirarnos, porque debemos saber que no es lo mismo un pueblo en tiempo de capitalismo que un pueblo en tiempo de revolución, aún dentro del capitalismo, y esa es la contradicción que debemos vivir.

En revolución hay otra mirada, otra voz, otro andar y otro hacer que no pueden ser analizados con los viejos periscopios, los antiguos microscopios o telescopios, y mucho menos con los oráculos y los artilugios mágicos-religiosos de la prehistoria de la política y la academia, con los que permanentemente nos bombardearon desde la derecha y la izquierda. Para leer a Mao, Marx, Lenin, o estar de acuerdo con ellos, con Chávez, Maduro y Diosdado, no es necesario pertenecer a ningún brazo del capitalismo. Por el contrario: mientras más fresco el cerebro, mejor la comprensión.

No es el tiempo de izquierdas y derechas ya en proceso de cadáver (que juegan al chantaje más que a la propuesta creativa, necesaria y radical). Es el tiempo y el espacio fresco para el accionar colectivo de nosotros como pueblo. Es el tiempo de la otra filosofía. El temor nos lleva a protegernos como cuerpos del capitalismo y nos niega la hermosa aventura que debemos emprender hacia los adentros de nosotros como pueblo: la creación del trabajo y el poema colectivo, la siembra en el territorio, para conocernos, para ser nosotros, nombrándonos, mirándonos, abrazándonos en la comida, la casa, los patios, las siembras, en la juntura de la pequeña lumbre de las noches y el abrasante deslumbre de los días, sabiéndonos lluvia y luna y piedra y río y mar y montaña, para nunca más ambicionar desde la nada, un partir solo, añorando siempre la compañía perdida de los juntos.

El concepto de la otra cultura en el aspecto comunicacional nos invita juntos a crear parámetros que sirvan de guía para encontrarnos y realizar voces y tejidos a partir de allí. La idea es que pudiéramos conversar e insistir en que no estamos en un tiempo de tranquilidad sino que estamos en un tiempo de inestabilidad que se hará permanente (hasta que la lucha de clases se diluya históricamente).

No sabemos qué cantidad de tiempo, si de años, meses, décadas. Lo que nos indica aprender a trabajar en ese marco. El espasmo, los apuros, los para-ayer no sirven, por el simple hecho de que nos devuelve al lenguaje poderoso de los dueños. La propaganda de un pueblo, para comprenderse, no puede estar en manos de expertos ni de agencias de publicidad.

Aquí bien vale aplicar parafraseando el viejo dicho: "La comunicación es demasiado seria como para dejarla en manos de profesionales de la información". Por tanto debe abrirse una conversa (y tiene que ser financiada por el Estado, quien ahora administra una parte importante de la plusvalía que no se están robando los capitalistas y fluye hacia nosotros por distintas vías) entre los juntos para que diseñemos el otro método, la otra política, que nos coloque en el sitio en donde decidamos construirnos como pueblo fuera del capitalismo.

Esta conversa, que debe abarcar todos los ámbitos de la sociedad, no se puede seguir sosteniendo en los espasmódicos encuentros de tres días o una semana en donde sólo se sacan conclusiones apresuradas sin ningún tipo de reflexión, sino que ya vienen cocinadas y aprendidas en los viejos modelos de los manifiestos o documentos de corta y pega, aliñados con los complacientes panfletos y clichés de siempre, que un grupo de acomodados y oxidados cerebros desean escuchar para no hacer, en donde además todo el mundo se cuida de criticar y ser criticado en sus conceptos, aunque se caigan a coñazos por los reales o las prebendas o cargos o curules.

Para la realización de estas conversas se debe tomar en cuenta a los todos, y para ello se debe crear un modelo organizativo fresco, no burocrático, ágil, que desaparezca ya logrado el objetivo.

Y ello debe ocurrir en medio de una guerra que no la queríamos, que no la hemos deseado, pero en la que debemos trabajar, en la que hay que funcionar (como cuerpo colectivo o hacia lo colectivo).

Hay que aprender a ver los trapos rojos, empezar a ver detrás del telón, buscar tras la bambalina cuál es el problema real que nos está mostrando la revolución. Saber movernos entre la trinchera y lo por construir, no dejarnos engañar con los viejos esquemas y la modorra tecnoburocrática propios del capitalismo, que por razones de su poder educativo vive reproduciendo a estos parásitos que en su labor y ambición entorpecen los flujos revolucionarios, pero como pertenecen a un sector social ilusoriamente en ascenso y además conocen al dedillo todos los dogmas, consignas y panfletos; en el marco revolucionario se cuelan en los cargos importantes y medios, creando trancas con sus vicios y ambiciones, propio de quien sólo quiere morir y no crear historia. Son las propias caramas en la revolución, sin saber que atentan contra sí mismos.

Ese considerar al Estado como el protector, el entregador de dádivas, el asistencialista, no nos resulta en absoluto, no nos resuelve ningún problema, por el contrario, los agrava. Es como el pan para hoy, hambre para mañana. Tirarle piedras y culpar al Estado permanentemente de nuestros problemas y condenarlo (incluso sin percatamos de que muchos de nosotros somos funcionarios del Gobierno y atentamos contra nosotros mismos, condenando al Gobierno que nos hizo funcionarios o que en medio de la revolución siendo fichas del pasado nos mantiene en el cargo) nos amarra en la búsqueda de la solución mágica.

No mirar qué está detrás de todo eso, no averiguar el problema. Es como el que condena al consumidor de marihuana, cocaína o bazuco, o de Coca-Cola o de Pepsi-Cola, o Polar, o Santa Teresa, sin tomar en cuenta el gran negocio que eso significa para estos productores de drogas. En ese temer no miramos cómo se mueve el capital detrás de cada pequeño o gran negocio.

Estamos como clase obligados a ver más allá de donde nos acostumbraron, a ver más allá de las creencias, estamos urgidos del análisis de la realidad, y para ello debemos inventar los mecanismos para sustituir esta realidad conceptual de la lucha de clases y crear otra cultura. Nosotros no podemos seguir bajo la égida de un concepto que nos dominó desde el nacimiento de nosotros como clase hasta este momento. Y estamos obligados a ser radicales en el pensamiento y audaces en la aplicación de ese pensamiento.

Por primera vez en la historia los pobres tenemos la posibilidad, la opción, si así lo queremos, de crear pensamiento. A nosotros se nos hace bastante difícil plantearnos el problema, porque cuando se habla de pensamiento o filosofía nadie se imagina al carpintero, al heladero, al herrero, al albañil, a la mujer que lava y plancha, al campesino, al pescador, al trabajador en general; eso no pasa por nuestros cerebros.

Esa posibilidad de que el pensamiento puede y debe ser cultivado en el seno de nosotros como pueblo nos ha sido negada por la creencia de que el pensamiento pertenece a un coto cerrado y controlado, que de vez en cuando suelta sus fluidos hacia nosotros, y ahí nos llega su suave brisa para guiarnos. En medio de una revolución debemos descubrir y percatarnos de que podemos pensar, y las circunstancias así lo permiten: no debemos tener miedo a pensar.

Lo que estamos obligados a pensar no tiene nada que ver con la cultura que hemos vivido hasta ahora, tiene que ver con dejar de ser los esclavos que somos. Porque de otra manera cualquier cosa que hagamos nos mantendrá como hasta ahora. Los esclavos que somos estamos obligados a dejar de serlo, y eso es, digamos, lo más importante que ocurre en el marco de una revolución. Porque así como el burgués busca perpetuarse en su poder, nosotros buscamos la forma de hacer desaparecer las condiciones que los hacen a ellos poderosos y a nosotros esclavos. Y eso lo tiene que obligar el pensamiento. Y a eso no hay que temerle.

No podemos seguir siendo el pedigüeño permanente. Que me den casa, que me den trabajo, que me den carro, que me den porque soy artista, que me den porque soy deportista, porque soy comunicador, porque soy político, porque tengo derecho, que me den porque soy mujer, porque soy negro, porque soy blanco, porque soy indio, porque soy endógeno, porque soy exógeno, que me den por ser todos los porque; ¡no señor!, ya es la hora de pensar y diseñar nuestra política, es el momento de la dignidad de la clase.

El esfuerzo está, la historia está, en abandonar definitivo al capitalismo; que la sangre, los sudores, las lágrimas de millones de pobres en este planeta sirvan de aliciente para saber qué debemos abandonar y qué construir para poder diseñar la cultura donde puedan vivir los sin dueños y los sin esclavos, los sin obreros y los sin patrones (en el que estas palabras devenidas de la guerra ya no tengan lengua, ni cuerpo que las sostenga). Ya es tiempo de sentirnos orgullosos de lo que estamos colectivamente haciendo, de saber que juntos, sin gremios o siglas a las que arrimarle las brasas, podemos y debemos construir un país.

Hoy estamos todos los pobres constituidos en fuerza revolucionaria y podemos decidir como fuerza colectiva, pero esa fuerza puede y debe constituirse en pensamiento, en conocimiento, para poder dejar la condición del esclavo que somos. Y eso se puede expresar en cada uno de los programas, de los periódicos, de los videos, de los micros, de las pinturas, de los dibujos que hacemos, de los poemas que escribimos, de los cuentos que relatamos, en cada una de las casas, de las sillas, de la tecnología que hagamos. Todo debe estar signado, atravesado, por ese pensamiento necesaria y obligatoriamente.

¿Que eso va a chocar con el pensamiento que somos, con la cultura que somos? Por supuesto que va a chocar. No le temamos a ese enfrentamiento. Pero no es verdad que el enfrentamiento está con el otro; está en nosotros. Y la única manera de asumirlo es colectivamente. No se puede asumir individualmente, como dice la literatura de autoayuda y toda esa bolsería religiosa. Sólo se puede asumir la tragedia de manera colectiva, sea para continuar en ella o para desaparecer en ella.

Eso hace que estemos aquí. Lo demás, nuestros egos, nuestras vanidades, querer producir el video del premio, el poema del premio, la canción del premio, eso es ego y vanidad que siguen existiendo en nosotros. Pero es parte de la batalla entre lo individual y la cultura de lo colectivo que en definitiva desaparecerá en el fragor de las contradicciones para dar paso a lo distinto. Cuando las cosas se aceleren no busquemos culpables, no digamos que lo dijimos antes, cada quien debe ser responsable de ese hecho colectivo que prefiguramos.

Cuando en estas conversas se nos propone crear, pensar otra cultura, nos cuesta una bola porque nos moldearon el cerebro desde la familia, la escuela, en todas las instituciones del arte, en todos los medios de publicidad. Se nos dijo que todo estaba hecho, que para qué pensar, que para qué realizar ese acto maravilloso de la creación de otra cultura si ya existe ésta, pero en medio de la revolución nos damos cuenta de que es posible y necesaria otra cultura; que incluso restablezca el conocimiento de que todo lo existente es colectivo, que lo individual como concepto atenta contra esa cultura de lo natural. Pero se nos hace como imposible, parece como si nos hubieran arrancado el cerebro, somos como zombis.

Eso debemos resolverlo colectivamente, porque los intelectuales, tanto de derecha como de izquierda, unos se dedican a defender el orden establecido y los segundos a criticar lo existente, y por eso ambos brazos cobran. Pero en ninguno de ellos está la posibilidad de pensar otra manera de vivir, porque para ellos el humanismo es la coronación de lo que somos; después de allí, lo demás es monte y culebra, riesgo innecesario, y no dejan de tener razón en su comodidad que no se puede desestabilizar y en su sabiduría que no se puede cuestionar. Pero los pobres necesitamos abrir el telón y ver lo que está ahí.

Saber de eso, así nos dé miedo y arrechera; después hay que empezar a quitar caretas, más allá de caernos a mojones, de decir que sabemos cómo va a ser la otra sociedad. El descubrir qué somos y por qué somos: eso nos ayuda porque nos desnuda y nos beneficia para asumir lo que somos y lo que podemos proponer. La oportunidad es histórica, no hay otra tarea. La ilusión y la tradición nos mantendrán esclavos.

Quienes honestamente creemos que Maduro debe hacerlo de otra forma debemos pensar serenamente en lo que hacemos cotidianamente y nos daremos cuenta de que sólo se equivoca quien hace, y en una revolución somos sospechosos los que nunca nos equivocamos, los que creemos que mañana todo debe ser solucionado.

Lo mejor para la clase es seguir arrimando la brasa para el mismo sartén. Las cuentas son simples: o nos cuesta mucho entender que los dueños del mundo se la tienen jurada al directorio del cambio; que los burgueses, si fallamos en la no construcción de la otra cultura, ejercerán la venganza no sólo contra quienes hoy critican a Maduro y al directorio sino que será contra toda la clase, porque la burguesía no perdonará jamás el atrevimiento de nosotros como pueblo; y si alguien quiere saber de tragedias regístrele la historia al pobre para que sepa por qué estamos resteados con la decisión del Comandante Chávez de proponer a Maduro como el continuador y guía de este proceso.

No debemos equivocarnos. Obstinadamente debemos pensar como clase.

Por: El CAYAPO

Fuente: misionverdad.com

El CP pudiera reunir a miles de mecánicos, herreros, carpinteros, sembradores, pescadores, gente que por la misma pobreza hemos tenido que generar creatividad, vueltos ingeniosos, si tenemos una propuesta de país la podemos conversar y construir entre todos. 

El CP no puede repetir el concepto de buscarnos para darnos la limosna, porque eso nos enmiseria, nos envilece, ya no mas los censos para bolsas de comida, casa, carro, trabajo, estudio.

El CP debe reunirnos para discutirnos como país, para entusiasmarnos, para separarnos definitivamente de las amarras del humanismo, de otra manera la batalla la ganará el capitalismo que en ese campo sabe muy bien vender ilusiones y milagros; de eso ha vivido muchos siglos.

El CP debe generar las luces suficientes, que hagan posible crear los hilos para tejer la red de la participación protagónica y cuestionar hasta su desaparición la democracia representativa de los dueños.

El CP no podemos verlo como un mecanismo para rehacer las viejas redes, así estén disfrazadas de nuevas, que nos devuelvan al redil de los votantes por agradecimiento, por miedo a que el enemigo volverá, para que nos sigan dando el plato de caraota, para no hacer colas, el CP debe ser para superar todas esas taras de la vieja política demagógica que nos mantuvo esclavos y agradeciendo la esclavitud como una virtud, con la esperanza de que algún día seríamos dueños lindamente libres. 

El CP debe concentrar esfuerzos en crear los mecanismos, los espacios, los recursos; que hagan posible crear conocimiento, porque sólo un conocimiento podrá sustituir a otro conocimiento, el humanismo es un conocimiento que sirve para que una clase someta a las demás, todo su hacer concluye en lo mismo, sus fábricas, su arquitectura, todo, absolutamente todo, repite el pensamiento único del sometimiento.

Nosotros estamos habituados a obtener conocimiento y a buscar conocimiento, se nos educó para eso, pero nosotros nunca nos hemos propuesto crear conocimiento, para cualquiera es normal decir bueno pero porque no nos traemos unos gringos, alemanes, chinos que nos enseñen y a partir de ahí hacemos carros, y hacemos tal y cual, a nadie se le ocurre decir vamos a buscarnos como venezolanos, y vamos a proponernos nosotros crear el conocimiento porque la única opción que hay ante el capitalismo en su marco de deterioro es la creación de conocimiento, porque el capitalismo fue creación del conocimiento, sistematización del conocimiento y aplicación luego de conocimiento y después transmisión de conocimiento al mundo entero.

En nombre de la cultura humanista, hicieron y hacen guerras de invasión, genocidios, masacres, para eliminar el conocimiento existente en las diversas culturas, que a su paso criminal, el humanismo fue eliminando y sustituyendo por el capitalismo como su modo de producción y reproducción, pero no sólo las eliminaron físicamente sino que las eliminaron moral y éticamente. Mientras exista el humanismo, los asiáticos, africanos, caribeños, andinos, oceánicos, seremos seres inferiores que descendemos de seres idiotas y estúpidos come gente, maíz, ñame o arroz, incapaces de hilvanar pensamiento, y si alguno destaca lo exaltan como una excepción sobresaliente y le dan premios y los invitan a sus pulidos salones y se maravillan por lograr que ese ser inferior, fue capaz de copiar al caletre su sabiduría. A su vez ese ser inferior se siente superior ante sus congéneres porque los amos le han aplaudido y pagado sus esfuerzos.

El CP debe Inventar, crear conocimiento, ahora ¿podemos nosotros partir de cero? No, el país tiene un acumulado de ingenio que tiene que ser valorado, pero ocurren hechos como este, una persona ingeniosa, inventa una maquina por ejemplo de procesar yuca, y lo primero que a todo el mundo se le ocurre es comprarla, crear una fábrica y explotar a los productores de yuca, a los trabajadores procesadores y a los consumidores; la otra propuesta crear tres cooperativas con esta máquina, una que sembrará la yuca, otra que la procesará y otra que la comercializará, esa que pareciera una propuesta lógica y hasta revolucionaria, es una equivocación de principios; porque lo que vamos a construir son empresarios, porque la guerra de los cooperativistas va a terminar en que un cooperativista se va a volver empresario, dueño de todo, el más hábil, el más tramposo, el más activo, porque ve el negocio claro y va a terminar siendo el empresario que siembre la yuca, el otro va a ser el empresario que la procesa y el otro el empresario que la comercializa y después la guerra para quedar un solo empresario que siembre, procese y comercialice la yuca, no va a existir población.

En el diseño de una máquina como esa podemos construir pueblos, si mancomunamos el uso de la máquina a la siembra de la materia prima y su procesamiento, todo ello bajo el control de la comuna, de esa manera la comuna tendrá control sobre su medio de producción, ¿Qué eso ocurrirá de la noche a la mañana? ¿Qué desaparecerán las costumbre capitalistas de inmediato? sería iluso pensarlo, pero ese es el camino, el principio es que una cultura distinta a la nuestra, que está sustentada en la compra-venta mecanismo que legaliza el robo y el crimen de la obtención de la plusvalía; debe constituirse fuera de esa lógica, donde la compra venta no este.

Viene de: (Los necios de panfletos y cliché ante la Cultura Comunal)
Fuente: elcayapo.blogspot.com

“Lo invencible radica en la defensa; 

La posibilidad de la victoria radica en el ataque.”

Sun Tzu


En este siglo en el que la informática y el acelerado desarrollo tecnológico que esta dominando los procesos organizativos de la sociedad, debemos en la revolución Bolivariana, Latinoamericana y Caribeña hacer un necesario análisis que nos aproximen al pensamiento y acción de la combatividad y firme decisión de hacer revolución irreversible, perdurable con el desarrollo del pensamiento, integral, colectivo, continuo y permanente del hombre, la mujer, niño, niña y adolecentes, con pensamiento y cultura descolonizado, haciendo filosofía, ciencia, política, economía, educación, comunicación, cultura para que nos aproxime ineludiblemente a un estudio no académico, no colonizador del pensamiento; sino más bien una búsqueda de ideas testamentales del momento en que fueron presentadas por de los hombres y mujeres a han dado su vida en el tiempo pasado y en el desarrollo de nuestra contemporaneidad, para que colectivamente hagamos un reflexión que nos permita comprender la responsabilidad en nuestro momento y histórico con la concreción definitiva de un mundo mejor y posible, que solo podrá ser en socialismo.

En esta batalla de las ideas, “nuestra arma política más poderosa” al decir del comandante Fidel Castro, en la que postula “Nosotros debemos utilizar la conciencia… como un arma fundamental en el desarrollo de las fuerzas productivas... “La conciencia comunista no es un producto automático de las transformaciones estructurales, ella hay que forjarla día a día en la experiencia viva de la lucha de clases, en la educación política y en la información nacional e internacional”. Es por ello que tomaremos como base referencial el 22 de Julio de 1996. Momento histórico en que Hugo Rafael Chávez Fría, comandante Bolivariano, presenta al pueblo Venezolano, la Agenda Bolivariana, que marca la génesis de la dirección programática del proceso de transformaciones políticas, sociales, económicas, educativas, comunicacionales en fin transformación cultural de la sociedad por la vía mas complicada la de paz, el entendimiento, la compresión, el de las ideas como arma central.

Sin dudas en este tiempo el pensamiento, la conciencia, la comprensión son necesarias y representan la medula espinal de la construcción de una gran sociedad que debe reposar sobre un pilar moral, ético que permita deslastrarnos de los vicios, malas costumbres y dependencia de los hombres. Porque sin fuertes principios morales, éticos y una buena educación, el país estará sujeto a las frivolidades de los gobernantes que no tendrán control sobre sus posibles arbitrariedades. 

Batalla de ideas hoy aún más necesarias, porque la locura desatada por el FMI, las Transnacionales y el avance imperialista parasitario están en un nivel de desespero, que de seguir así, pronto dejaremos de ser una nación para convertirnos en un aglomerado de gente cuya única posibilidad es ver cómo hacen para salvarse del caos, la miseria y el despojo de la felicidad social. Con esa visión del largo plazo que representa la Agenda Bolivariana hoy plan Nacional Simón Bolívar, en su periodo 2019 2025.



Debemos contribuir en el desarrollo para la descolonización del pensamiento y la cultura, tomando como fuente de inspiración la Agenda Bolivariana, documento que en palabras del propio comandante Chávez es “Un arma para la contraofensiva total… Un enfoque humanístico, integral, holístico y ecológico”, para detener la locura desatada por el FMI, las Transnacionales y el avance imperialista parasitario sobre los recursos naturales, minerales y energéticos del pueblo Venezolano.

Reconociendo que los integrales, colectivos, continuos y permanentes encuentros del pueblo definitivamente facilitan la compresión de temas filosóficos, políticos e ideológicos de interés, que contribuyan en profundizar en el estudio de las características actuales que posee la agresión imperialista parasitaria en lo ideológico, político, económico, financiero, social, cultural contra los pueblos latinoamericanos y caribeños con especial atención al pueblo Bolivariano, en sus más diversas formas y medios, que combinan en muchas ocasiones los métodos abiertos y directos con los sutiles o encubiertos. 

Estos encuentros sirven de base para el análisis histórico y coyuntural, permiten el estimulo y construcción de la cultura de la emancipación para salvar el mundo. La ideología y la política son los ejes de ese gran movimiento cultural masivo, con el que podemos salvar la humanidad en medio de la feroz globalización capitalista; frente a sus poderosos sistemas de guerra ideológica, de manipulación de las conciencias, de mimetismos vanalizantes y promoción de seudovalores, cuando la política contrarrevolucionaria en el seno del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica alcanzaba nuevas y más peligrosas dimensiones fascistas.

Nosotros y nosotras en Venezuela debemos tomar, releer documentos ya conocido pero que autocríticamente en ocasiones no se les ha dado la compresión o simplemente no se le ha dado su justo valor en la acción revolucionaria; debemos en esta fase de reagrupamiento, de organización avanzar con un método colectivo, integral, continuo y permanente, para transcender de lo cuantitativo que busca la proliferación de actividades de las distintas expresiones de las manifestaciones culturales en las distintas comunidades de las parroquias y municipios en nuestro país, hacia la cualificación de nuestros contenidos y nuestros modos de educación y comunicación.

Se hace necesario, ineludible una vuelta radical de la génesis de la cultura hacia lo central, el modelo educativo comunicacional que transforme las relaciones de producción de bienes y servicios descolonizados y no alienantes, transformaciones que demanda nuestro momento histórico y la cultura o mejor dicho el sujeto protagonista del hecho cultural los hombres, mujeres, niños, niñas y adolecentes debemos comprometernos en el desarrollo de ese pensamiento descolonizado.

Escrito por; Julio Cesar Rodriguez (Bakunin Mijais)

domingo, 31 de marzo de 2019


 “Lo invencible radica en la defensa; La posibilidad de la victoria radica en el ataque.”Sun Tzu

En esta etapa de la revolución Bolivariana, Latinoamericana y Caribeña es necesario y pasa por hacer análisis que nos aproximen al pensamiento y acción de la combatividad y firme decisión de hacer revolución. Para el desarrollo del pensamiento, integral y colectivo del hombre y la mujer, la educación, la cultura y la comunicación como un proceso unificado, hablamos del libertador Simon Bolívar y el comandante “Che” Guevara, para iniciar un necesario estudio no académico, no colonizador del pensamiento; sino más bien una búsqueda de sus ideas mas testamentales del momento en que fueron presentadas, un reflexión que nos permita comprender la responsabilidad en nuestro momento y histórico con la concreción definitiva de un mundo mejor y posible, que solo podrá ser en socialismo.

En primera instancia, Bolívar:
para ello es fundamental tomar como base su Discurso presentado ante el Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819 y como de limitante tempo-espacial referencial la Venezuela de los siglos XVIII y XIX. Momento histórico en que se presenta el nacimiento y muerte de Simón Bolívar (1783-1830) al igual que el surgimiento de una serie de hechos que se gestan en la Sociedad Colonial que incidirán de manera directa e indirecta en una marcada crisis estructural, en la cual estará presente como uno de los principales gestores históricos al lado de una gran colectivo popular la figura del Libertador, una vez que se da en Caracas el 19 de abril de 1810.

Movimiento que provoca la Declaración Conservadora de los Derechos de Rey Fernando VII de parte de la Junta Suprema, pero al mismo tiempo estaría creando las condiciones para que Simón Bolívar entrara a la Historia Emancipadora de América con el Discurso pronunciado en la Sociedad Patriótica. Con el que se inicia una serie de hechos en los cuales Bolívar tendría el compromiso histórico de dirigir el camino hacia la primera independencia y liberación de cinco países, con aciertos y desaciertos pero de igual manera con traiciones y perdones que impidieron la concreción del sueño de integración de un gran bloque de países hermanos que le hicieran frente a las pretensiones imperialistas de nuevas potencias en vías de expansión como lo fue los Estados Unidos de Norte América. Todo esto se manifiesta en el pensamiento Libertario, orgánico y resolutivo del Libertador, quedando plasmado con gran claridad en el Discurso de Angostura.

Que sin dudas en este tiempo la frase “Moral y Luces” son nuestras primeras necesidades pensamiento de nuestro Libertador, representan la construcción de una gran sociedad que debía reposar sobre un pilar moral que permitiría deslastrarse de los vicios, malas costumbres y dependencia de los hombres. Tras esta frase lo que anticipaba el Libertador era que sin fuertes principios morales y una buena educación, el país estaría sujeto a las veleidades de los gobernantes que no tendrían control sobre sus posibles desafueros.

Lo que nos hace ratificar hoy que estas ideas son aún más necesarias que hace dos siglos, porque la moral pública y privada están en un nivel tan precario, que de seguir así, pronto dejaremos de ser una nación para convertirnos en un aglomerado de gente cuya única posibilidad es ver cómo hacen para salvarse del caos.

En segunda instancia: aproximarnos al pensamiento del comandante Ernesto “Che” Guevara en su caso como de limitante tempo-espacial referencial la Latinoamericana y el Caribe de los años 60 70, fundamentalmente tomando como base su testamento Político, en un mensaje a todos los Pueblos del mundo a través de la Tricontinetal el 16 de Abril de 1967. Escrito en el que nos expone un conjunto de reflexiones para continuar el combate histórico con el imperialismo ya en este tiempo identificado como el Norte Americano, que definitivamente como dice el comandante “Che” en su testamento, es culpable de agresión; sus crímenes son inmensos y están repartidos por todo el mundo. Pero eso ¡ya lo sabemos señores! Mas nos recuerda y dice que también es culpable los que en el momento de definiciones vacilaron en hacer de Viet Nam, parte inviolable del territorio socialista. Como serán culpables lo que hoy se niegan a entender que Venezuela lleva a delante un proyecto revolucionario que integra desde la esencia libertadora de Bolívar y todos los que junto a él se unificaron hace más de dos siglos para el sueño de una patria grande, fuerte, independiente y soberanos.

Es evidente que la claridad de la visión del comandante “Che” Guevara en esos años sesenta, setenta, hoy continua vigente y es de gran importancia que los que hemos decidido asumir en este tiempo histórico en el que el capitalismo parasitario ya en su fase fascista, la noble responsabilidad de consolidar un mundo mejor, la compresión de que América constituye un conjunto más o menos homogéneo en la casi totalidad de sus territorios y los capitalistas monopolistas, parasitarios y fascistas mantienen una primacía absoluta en los sesenta por gobiernos títeres o en el mejor de los casos débiles y medrosos, que no pueden oponerse a las ordenes del amo Yanqui; hoy disminuida por gobiernos y pueblos como el de Cuba, Bolivia, Nicaragua, Venezuela que asumieron su independencia y soberanía, lo que genera la furia y desata su esencia fascista dando continuidad a su línea de acción en el momento actual, el uso brutal y descarado para impedir movimientos de liberación de cualquier tipo, ayer bajo el eslogan “No permitiremos otra Cuba” hoy “Venezuela es una amenaza inusual.”

Atendamos al llamado del comandante a través de la Tricontinental, en el fragmento en que nos decía, “Y si todos fuéramos capaces de unirnos, para que nuestros golpes fueran más sólidos y certeros, para que la ayuda de todo tipo a los pueblos en lucha fuera más efectiva, ¡qué grande seria el futuro y que cercano!” Vamos hoy a seguir en la hermosa necedad de la unidad; que nuestros gritos de guerra contra el imperialismo y nuestro clamor sea por la liberación, independencia, soberanía y autodeterminación de los pueblos, hoy sin dudas ni retardos la unidad latinoamericana y caribeña contra el enemigo del género humano: el imperialismo parasitario y fascista de los Estados Unidos de Norte América.

Escrito por: Julio Cesar Rodriguez (Bakunin Mijais)
Comunicador Popular

Material bibliográfico orientador y de insumo:

  • Discurso al Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819.
  • Testamento Político, en un mensaje a todos los Pueblos del mundo a través de la Tricontinetal el 16 de Abril de 1967, Crear dos, tres… muchos Viet Nam, es la consigna.


En una revolución somos luchadores que defendemos intereses, conceptos, posiciones, que pueden ser históricas o circunstanciales, de clases o gremiales. Pero, en todo caso, lo que tomará valor en el tiempo será el hecho de superar la situación revolucionaria como otra idea, como otro concepto, como otra cultura.

No somos revolucionarios porque lo decidimos, porque lo deseamos, porque lo estudiamos, porque leamos muchos libros escritos por revolucionarios, porque sepamos mucho de arte, porque luchemos toda la vida por una idea, porque nos afiliemos o fundemos tal o cual partido, porque pertenezcamos a un gremio, porque defendamos etnias o géneros o clases. No importa cuánto tiempo duremos en esas prácticas, sea toda la vida, una década, un día, un segundo; no importa honestidad, esfuerzo, valor, dedicación, constancia, obstinación, radicalidad, desprendimiento, orgullo, sencillez, dogmatismo, heterodoxia, ortodoxia, sobriedad, embriaguez, sea de izquierda o derecha, para cualquier lado o extremo, sea arriba o abajo. No importa que seamos soñadores, visionarios, proyectistas, organizadores natos, abnegados, entregados, conjurados, magos, diseñadores; incluyentes, excluyentes, nada, nada de eso nos hace revolucionarios.

Seamos hombres, mujeres, niños, viejos, guerrilleros, brigadistas, obreros, campesinos; ricos, pobres, dueños, esclavos, académicos, intelectuales, poetas, pintores, doctores, profesores, profesionales, universitarios, sindicalistas, gremialistas, deportistas, señoras que lavan, planchan y limpian la basura; guabinosos, rodillentierra, duros, blandengues, frescos, mártires, sacrificados. No importa en cuántos congresos internacionales, nacionales, regionales o locales hayamos participado, cuántos libros hayamos escrito; no importa lo abultado de la hoja de vida que tengamos ni cuánta visita hayamos hecho a países en revolución; no importa cuántos antepasados lo hayan sido o participado en una o muchas revoluciones; no importa cuántos títulos académicos tengamos, cuántos premios ganados, cuántos reconocimientos, nada, nada de eso nos hará revolucionarios.

Ni la capacidad de dirigir, ni la demagogia discursiva, ni la capacidad de convencimiento, ni la ignorancia, ni la inteligencia, ni el carisma, nada absolutamente nada nos hará, ni nos hace, revolucionarios.

Lo único cierto es que nos hacemos revolucionarios cuando irrumpe esa huérfana ignorante sin dueño que todos llamamos revolución, en la que nadie necesita pasaporte para entrar, ni título, ni sabiduría, ni nada, porque todos estamos dentro. Cuando la revolución estalla nos hace revolucionarios a todos de manera automática, querámoslo o no. Esa inmensa catástrofe que en buena hora atropella toda comodidad, toda sabiduría, estremeciendo todos los cimientos que parecían inconmovibles en la sociedad, toda la fuerza de la costumbre, todas las tradiciones, todos sus modos y usos, sometiendo todo lo creado, todo lo establecido, a la inmensa hoguera de sus hechos brutales, sublimes, estúpidos, brillantes, monstruosos, pequeños, grandes, sin sentido, ridículos, criminales, democráticos, dictatoriales, poéticos, pragmáticos, cotidianos, siempre cotidianos, obstinadamente cotidianos, febrilmente reales, todos sin una pisca de magia, sin permiso de nadie, en medio de su realengura y su porque sí.

La revolución, etiquetada de anarquista, comunista, socialista y todos los istas que estén de acuerdo o en desacuerdo con los interesados que en ella intervienen, a favor o en contra, los que la condenan y los que la aman; pero ella no es nada de eso y lo es todo a la vez.

Para todos los nacidos antes que ella, con toda la carga de sabiduría en unos casos y de ignorancia en otros, la revolución es como un paquetico, un contenedor, un hecho mágico, algo que está allá, algo que se busca, algo que se prepara o para lo que hay que prepararse, algo que se estudia, que se ama o se teme o se le hace burlas, se aplaude o se detesta, que está fuera de nosotros, lo que no es parte, lo que es sagrado o hereje según sea el interés de quien alaba o condena, algo que se espera. Y entonces se cree que la revolución es lo que nos salva y lava culpas, lo que viene a protegernos o a destruirnos, es lo que viene a darnos o quitarnos la razón, es lo que se espera, es la vara con que mides o serás medido, es la estaca en el ojo ajeno, sin mirar el aserradero en el propio. Pero la revolución no es nada de eso, aun cuando todo eso se pone de manifiesto en medio de su hacer huracanado.

Ese grito enfermo, ese vómito, ese sangrero, esa pudrición, ese mierdero que nos estalla en plena cara, esa descarga de los esfínteres sociales, ese destaponarse para no morir, nadie lo esperaba, nadie lo deseaba, nadie lo quería, todos esperábamos una simple limpieza, un esconder de nuevo la basura en los rincones oscuros de la casa, todos queríamos esconder los locos, sólo lavar al borracho y ponerle ropa limpia después de un buen regaño típico: "Eso no se hace porque mira lo que pasa". Todos queríamos que nuestras hermanas putas fueran recogidas y guardadas en los burdeles y zonas de tolerancia; que a los drogos, a los asesinos y a los ladrones se les pulieran las cárceles o se desaparecieran por el arte de magia de la limpieza contra los pobres, y establecer nuevas reglas copiadas de las más viejas pero muy eficientes a la hora de la represión, solicitada por todos, incluso por los mismos pobres, que nos enteramos de que somos culpobres (condenados por el sistema) cuando caemos presos.

Pero resulta que en la revolución nos enteramos que el crimen y el robo no estaba en el barrio sino que este era su consecuencia, que los criminales y ladrones son los dueños que controlan todo el poder de las fábricas en la guerra eterna, y que es acabando con el sistema de producción que a diario reproduce esta cultura como se pueden resolver los problemas planteados, porque es la corrupción tal de ese sistema de producción el que genera la revolución. Pero quienes poseen el control de la riqueza no tienen ninguna disposición a dejar de ser dueños y eso hace que todo se complique, que no basten las declaraciones de viva tal o cual cosa, que ninguna fórmula mágica ni receta hará posible el cambio, por el simple hecho de que los dueños y los que ambicionan serlo no están dispuestos a cambiar.

Todos queríamos la revolución por la incomodidad que generaba el no poder mandar a gusto (los dueños) y el no querer dejarse mandar (los pobres), de unos y otros, todos la deseábamos porque creíamos saber qué hacer con los problemas, cómo solucionarlos, teníamos a los culpables, a los corruptos, para cada uno una fórmula, habíamos contabilizado y etiquetado todos los problemas, éramos sabios de una sociedad que nos había construido a su imagen y semejanza, éramos culturalmente poderosos, capitalistas, éramos los humanistas de izquierda o derecha, intelectuales o políticos, artistas, poetas, músicos que queríamos la revolución solamente para quitarle al sistema las malas cosas, para disfrutar de sus mieles lindos y contentos. Pero jamás se nos ocurrió ni se nos pasó por la cabeza un segundo que la revolución no ocurre para cumplirle deseos a nadie, para complacer a nadie, para odiar o amar a nadie, para ser bonita o fea, para ser agradable o desagradable, para arreglarle la plana a nadie, para ser socialista, comunista, anarquista, estalinista, giordanista, navarrista, cayapista, chavista, madurista, diosdadista, escualidista; para aplicar recetas, fórmulas, creencias o manuales. La revolución es y punto. Destruye todos los vitrales, no los remeda, destruye lo que somos, no nos salva.

Esta revolución es la más clara expresión del punto de quiebre de todas las vitrinas de un sistema, de una cultura; se caen los telones, se quitan las máscaras, se mira la realidad tal cual es, en este caso, de la cultura capitalista, sustentada en los valores y principios del humanismo, llevados a todos sus extremos. Una cultura que todos los humanistas avalaron en los hechos, al grado de sublimarlos en los peores horrores, la legalización ética y moral de la guerra y la defensa de la fábrica como máxima expresión de su hechura, todo sin un mea culpa, por el contrario, desde los más moderados de izquierda hasta los más radicales siguen hablando de industrialización, de progreso, de civilización, de desarrollo, de crecimiento; pero jamás han cuestionado su lenguaje poderoso, nunca se han cuestionado su sabiduría, nunca se han preguntado de dónde les vino, el costo y el daño de todo su progreso, todo su desarrollo, sino que la aceptaron como dogma.

Nunca se percataron de que sólo defendieron y avalaron el lenguaje de los dueños llegados de otros mares, ni ideas que expresan y dicen sostener como pilares incólumes les son propias. Como intelectuales han sido irresponsables con sus decires, se han conformado con ser reconocidos como loros académicos, sin reconocer que cada vez que aplicaban esas voces nos hundían como país.

Por eso es que en ella estamos todos, cuestionados con todo y creencias y pensamientos, hechos, valores y principios. En ella todos somos ignorantes, nuestra sabiduría y nuestro orgullo de nada sirven para las respuestas que a diario se nos exige en revolución. Por eso es que no comprendemos cómo un vendedor de arañas de un pueblo remoto del llano llega a ser presidente y que después de muerto lo sustituye un chofer de metrobús. No entendemos cómo siendo lo que hemos sido y somos no dirigimos esta revolución, por qué no se nos hace caso, cómo es que estos chancletudos recién llegados al mundo están dirigiendo y no yo, cómo es que los títulos no se respetan y veneran, cómo es que nuestros discursos no son atendidos y tomados en cuenta como la verdad, cómo es que nuestro pasado y el de nuestros ancestros revolucionarios no son aval para dirigir.

Algo que nos dice esta revolución es que ella no es como la soñamos, como la deseamos, como la planeamos, aunque nos incluye o nos coloca en puestos de dirección en donde todo lo aprendido antes de su irrupción no sirve para dirigir, pero no tenemos la sencillez para reconocer que debemos aprender de esta revolución en su cotidiana emisión de claves y códigos; que ella es como es, sin dogma, sin planes previos y somos los millones y mil millones de revolucionarios de distintos o contrapuestos intereses quienes la navegamos a nuestro antojo, los que nos arremangamos las camisas y enrollamos los pantalones para hundirnos en sus misterios, para descifrar sus enigmas, para diluir las contradicciones en las que se debate la cultura capitalista. Porque hasta que no ocurra la desaparición de dicha cultura, por la confrontación, siempre dolorosa para la gente y la creación de otro concepto, de otro pensamiento, producto de la experimentación, de la equivocación de la ignorancia colectiva, sin la echonería del sabio, la prepotencia del acomodado, la revolución estará presente como tragedia, más aún para aquellos que no quieren cambiar o solo quieren las mieles que ella genera pero sin el piquete de la matacaballo, como dice Gino González en su canción: "No te empatuques de mierda si quieres ver socialismo, ¿tú crees que el capitalismo se marchará sin tragedia?".

En medio de toda la confusión, de toda la angustia, de toda la duda que tenemos los revolucionarios en este momento, algo debe sernos claro: hasta que no generemos otro pensamiento, otra cultura que sustituya la actual, no será posible superar las actuales circunstancias revolucionarias. Mientras tanto intentemos asumir este rol con dignidad, no seamos dogmáticos, no seamos creyentes, no nos trasnochemos con enciclopedias muertas, que nos desvele la idea nueva, que nos incendie ella, pensemos, busquemos en quienes quieren cambiar, nuestro complemento, abandonemos a quienes se aferran al pasado, a quienes quieren perpetuar el presente, a quienes no abandonan la fuerza de la costumbre y la tradición y vamos juntos a la equivocación creativa, a la valoración de la ignorancia como el motor que ha de impulsarnos a la creación, a la generación de otra cultura, donde nunca más la gente tenga que pasar por la larga y dolorosa experiencia de una revolución, porque vivirán para el abrazo colectivo de la vida, único y verdadero destino de los seres.

A menos que usted se crea superior, y que se sepa, sólo la mentira y la verdad absoluta están por encima de la revolución, es decir, nada.

Fuente: elcayapo.blogspot.com

En esta hora de definiciones los pobres debemos asumir la guerra no como soldados sino como políticos, en colectivo, creando otras modalidades, entendiendo que en esta guerra los pobres somos el objetivo. Somos la mercancía a destruir. De otra manera el capitalismo no podrá recuperarse, está obligado a ello porque su stock le amenaza con desaparecer rápidamente sus riquezas. Para muestra un botón: apenas 300 personas en el mundo acumulan en su haber 3.000 millones de pobres. Ya se dijo una vez que la guerra era muy vieja y por eso siempre será nueva; agregamos nosotros: hasta que exista el capitalismo. El objetivo final de los pobres en esta revolución es acabar definitivamente con la guerra-sistema que hace posible la existencia del humanismo.

Esto en la medida en que comprendamos la doctrina Chávez, una de las claves creadas por nosotros como clase en estos azarosos años de revolución. Los pobres como políticos no podemos actuar fuera de la realidad, debemos saber que no se puede diseñar una batalla en el cerebro sin conocer el escenario, sin estudiar el campo de batalla y las fuerzas con que se cuentan; sin conocer o estudiar las fuerzas enemigas, porque estaríamos destinados a ser derrotados. Si algo demostró Chávez es que no se planteó la derrota como una opción de vida, porque incluso el 4F, en perspectiva, es el inicio de una batalla, es el abreboca de una guerra que está destinada a ser ganada desde el momento que entra en batalla. Una guerra que Chávez estudió con detenimiento durante años de ejercicio de vida en el ejército. En 1992 estudió dentro de la cárcel la realidad que confrontaría. Sale de la cárcel en 1994 y va a la calle, a lo que él llamó las catacumbas del pueblo, a estudiar la geografía nacional e internacional. Porque no sólo estaba estudiando la conducta, el comportamiento, la manera de ser pueblo; lo que buscábamos, lo que pensábamos, lo que soñábamos; sino que también estudió el medio ambiente, lo que ocurre, lo que existe, las calles, los pueblos, las carreteras, las montañas, los ríos, todo eso lo tuvo dentro de su imaginario y como parte de una guerra que se dispuso a desmontar, a desarmar. Una guerra que nunca buscó, ni creó, ni propuso; una guerra producto de la decadencia del sistema; una guerra del miedo, del desespero de la burguesía mundial, de los dueños del mundo. En ese mismo marco, no olvidemos que Chávez viajó mucho. Antes de ser presidente fue a Cuba, en donde llega a un acuerdo con Fidel, hombre viejo y sabio. Tuvo claro en ese entonces que ya había cumplido su rol histórico como activista político, como conductor al frente de la batalla por otra cultura. Fidel entendió que Chávez representaba, junto con nosotros, el refrescamiento de una revolución, incluso tal y como entiende Fidel la revolución, y como la entendieron los revolucionarios de ese tiempo. 

Hoy se plantea el hecho revolucionario de una manera radicalmente nueva, totalmente distinta. Nosotros tenemos que mirar quiénes vamos a ser dentro de veinte años para poder trabajar el presente, para mirar quiénes somos, cómo vamos a ser, qué estamos haciendo, qué vamos a estar haciendo dentro de veinte años. Tenemos que tener una calle, una playa, una montaña, un punto desde el que nos debemos mirar: esa era una condición que tenía Chávez, que veía, preveía. Sabía lo que iba a ocurrir porque lo pensaba, lo imaginaba, no desde el sueño, ni desde el idealismo, la ilusión o la magia, no. Se imaginaba seguramente como presidente, hablando en la ONU, y por eso trabajó, preparó las condiciones, se preparó intelectualmente para esas cosas. Nosotros estamos obligados a imaginarnos para dentro de veinte años, para el futuro. De manera que nuestra tarea la hagamos con el entusiasmo que se requiere, con alegría, con disciplina. Pero por encima de todo con profundo afecto por el territorio, con inmensas ganas de construir el país que soñamos, para que nunca más la tragedia de la guerra y sus asustados promotores habiten este planeta. Debemos tener conocimiento. ¿Para qué hacemos un dibujo? ¿Para qué sembramos una mata? ¿Para qué ponemos un techo? ¿Por qué un poema? ¿Por qué una canción? ¿En qué momento va a servir eso? ¿Qué sentido tiene hacer una casa hoy? ¿Para qué hago una herramienta? Eso tenemos que tenerlo claro como equipo, como grupo, como clase; no podemos entender la política como antes, que nos llevaban, que nos guiaban ideológicamente. 

Nosotros tenemos que saber; eso fue lo que hizo Chávez. Estamos seguros de que en ese tiempo en que viajó se reunió con cientos de militares en el mundo, con cientos de diplomáticos, con cientos de líderes. Escuchó, comprendió, recopiló información precisa, clara; pudo entonces elaborar un escenario para el desmontaje, para el desarme de la guerra, para este presente. Hace veinte, treinta años que lo previó. Muchos criticaron ese empeño en la integración, que por qué tanto viaje, que estaba regalando el petróleo, que por qué tenía que ayudar a los demás. Incluso un sector de los chavistas se dejaba llevar por la trampa mediática y decía “es verdad, hay que concentrarse en resolver los problemas internos”, desconociendo que el enemigo no eran los dueñitos internos y sus mayordomos políticos, sino los dueños del mundo, ninguno vive en Venezuela. El tipo estaba haciendo política porque sabía que la guerra no la dirigen estos escuálidos de aquí. 

No hay manera de que los escuálidos nos ganen a nosotros nunca. Quienes crean que estos peleles están dirigiendo la guerra contra nosotros no saben lo que está pasando, no entienden absolutamente nada de política, porque hace muchos años que estos dueñitos fueron derrotados por nosotros y eso lo entendió Chávez hace veinte, treinta años, y por eso se preparó y dispuso las condiciones para lo que ocurriría. Lo que no preparó Chávez fueron las circunstancias en las que van a suceder los hechos, porque él no puede prever circunstancias, la forma, la manera, en la que ocurren las cosas; pero sí sabía que el imperio cada día se debilitaría más allá de la apariencia de su fortaleza –en aquel momento invadieron Irak–. Si el imperio estuviera fuerte ya hubiera invadido a Irán, a Corea del Norte, a Siria –el caso más ejemplar–, pero no ha podido teniendo de aliado Israel. El Gobierno sirio está derrotándolo, tomándole de nuevo terreno a la coalición mantenida por Europa, Estados Unidos, Arabia Saudita, Turquía y sus mercenarios mantenidos llamado Estado Islámico, un invento imperial para justificar su doctrina del terrorismo, con el cual pueden medio guardar las apariencias cada vez que invaden cualquier país. Nosotros debemos tener claro que la actuación de los dueños del mundo no es contra nada sino para resolver el problema de su existencia, y para ello requieren imponer definitivamente la doctrina de un solo Gobierno, una sola economía, un solo dueño.

Para ello requieren del exterminio de las tres cuartas partes de la población pobre del planeta, porque somos la única mercancía que se autorreproduce y hace mucho tiempo que el stock está lleno. Además, ya sabemos que no es trabajando como la gente se hace rica. En todo el planeta se practica la ética de las élites: robar y rescatar botín. Cuando Chávez diseñó los escenarios no lo hizo solo. Con él estuvieron posiblemente los chinos, los rusos, los iraníes, la ALBA, la Unasur, Petrocaribe, y todas las otras organizaciones de países que, viendo debilitadas las bases del imperio, buscan un respiro. Cuando los dueños –de las industrias de la drogadicción (legales o no), armamentísticas, de combustibles, de transporte, mediáticas y financieras– decidan invadir Venezuela posiblemente ya será muy tarde. Podría ocurrir el hecho militar pero no la victoria. Los imperialistas tienen la capacidad bélica.

Pero no es el tiempo histórico para ello, porque es de nosotros los pobres. No lograrán sus objetivos porque su muerte ya ocurrió, y aún no se han dado cuenta. El cortejo fúnebre del humanismo hace tiempo lo vimos pasar por este planeta, rumbo al abismo del nunca vuelvo. Hoy sólo quedan sus peligrosos deudos creyendo que pueden revivirlo, y para ello están dispuestos a todo. Ellos no previeron que América Latina pudiera dejar de ser totalmente lacaya, aun cuando siempre habrá uno que otro presidente sin vocación histórica que se prestará a seguir siendo un lamebotas. Pero la idea del patio trasero ya no será puesta en práctica, los pueblos hemos comprendido nuestro momento histórico. Somos el futuro. Tenemos que verlo también a lo interno. Hace tiempo hablamos de que la oposición no tiene capacidad para ganar, y no la tiene ni la va a tener. Decimos eso incluso en los términos de la jodedera. Imaginemos a un presidente como el vampiro lácteo, o al monstruo de Ramo Verde, o María Machado: nada más la jodedera, el chalequeo, los tumbaría, la crueldad del chiste nada más los obligaría a renunciar, de lo contrario tendrían que cerrar todos los periódicos, tendrían que convertir esto en una dictadura peor que la de Pinochet o la de Franco en España. 

No hay manera, porque en esta revolución se desnudó tanto al Estado, al comerciante, al empresario que la parafernalia de la representatividad, el boato de la dueñería, esa imagen de magnificencia, está vuelta trizas. Se ven los hilos, se ven las marionetas y se ve el tipo que las dirige; no tiene nada, no tiene escenario, no tiene tarima, el titiritero se ve dirigiendo a sus marionetas internas y a su vez él también se ve con sus hilos y sus manipuladores externos, todo el mundo lo ve. La gente pasa: ahí está el titiritero, ahí están las marionetas. No hay manera de que la oposición pueda recuperar el poder a lo interno. Pero no sólo es eso. Además tendrían que derogar completica la Constitución y con ella todas las leyes habilitantes, tendrían que eliminar todas las misiones. Pero peor aún: podrían eliminar todo lo físico existente construido dentro del marco revolucionario. Pero, ¿cómo eliminan el conocimiento, el sentimiento, los afectos despertados en estos años de revolución y transformación? ¿Cómo lo podrán comprar, cómo lo destruirán, con qué otro conocimiento, con qué otro afecto rehabilitarán los resortes éticos del trabajo esclavo que los ha mantenido hasta estos momentos? Los pobres requerimos entonces ir a la batalla del pensamiento, tenemos la capacidad y la posibilidad de hacerlo, hay que hacer un esfuerzo. Debemos reflexionar la situación internacional, que es donde se está decidiendo realmente la situación de Venezuela, de este conglomerado de gente obstinadamente chavista. Hemos decidido no devolvernos, porque somos los creadores de la historia que nace.

El capitalismo nunca ha tenido patria, no habla de ella. El capitalismo construyó una patria que le servía para venderla, y en nombre de ese nacionalismo invadía, jodía, robaba, asesinaba, pero hoy ya la patria no le sirve a sus intereses económicos. El capitalismo se desnuda: es el petróleo, el oro, la sangre, el sudor, la piel de la gente, lo que siempre le interesó para acumular en forma de riquezas. No podemos ver en la actuación del humanismo o el capitalismo –como se quiera llamar– si es ética o moral, aunque tengan la del robo, el crimen y el saqueo. Sólo los estúpidos creen en el cuentico de hadas de la buena ética, la buena moral y las buenas costumbres de los empresarios y comerciantes. La única patria de los dueños del planeta son sus capitales, por ellos se mueven a los diversos territorios donde mejor le rinden réditos. En estas batallas, el humanismo-capitalismo está desnudado en su exacta magnitud, aparece como lo que es: un asesino, un saqueador, un ladrón de siete suelas. Públicamente aparece como lo que es: un soberano hijo de su madre guerra.

Fuente: El Cayapo

Los representantes de la oposición en la Asamblea Nacional, después del decreto imperial, dieron la demostración de que no importa dónde se nace a la hora de los intereses; ellos están defendiendo sus intereses y eso no es ideológico ni mágico. La guerra desnuda la realidad. Los señores de esa bancada son y siempre han sido peones o agentes dormidos del capitalismo, y hoy sólo están cumpliendo con su sueldo. Ni se les puede llamar traidores porque el traidor alguna vez amó lo traicionado. Sus debilidades, sus miserias, no les permitieron la dignidad del último aliento por los afectos. Estos miserables jamás han tenido ni tendrán patria, son tan pobres que jamás tendrán algo que les justifique el haber nacido, por qué vivir.

En capitalismo, insistimos, no existe el derecho, todo eso es una falacia. Cuando el capitalismo decide asumir su mierda mata lo que le da la gana, sean niños, tuertos, patulecos, negros, indios, blancos, viejos, mujeres, escuálidos, chavistas, ningún gremio estará a salvo de la ira del humanismo, lo que sea lo va a matar. Si se atraviesa en su camino, si entorpece sus intereses, no va a discriminar. Incluso si un dueño se equivoca también se lo raspan, hasta ahí le llegó el derecho que supuestamente tenía. ¿Quién tiene derecho en el capitalismo? Es libre el que tiene dinero suficiente para pagar un ejército; ese es libre en Venezuela y en la Conchinchina, en Nueva York y en Corea. Estos tipos ni son patriotas, ni cantan himnos, y si lo hacen es por demagogia. Les importa un coño.

Los únicos que podríamos tener un concepto de patria seríamos los pobres, y tendríamos que construirlo, pero no como ese concepto ideológico de patria burguesa nacionalista que nos convida a invadir al otro, a robarlo, a asesinarlo tal y como hoy los imperialistas; en nombre de su patria acumulante, nos amenazan. Fue ese concepto de patria que precisamente violentamos con esta revolución de 1989-4F.

¿Por qué el capitalismo se pone tan furibundo, con una revolución en la que siguen estando la plata, las fábricas, los elementos esenciales del Estado con algunas variantes? ¿Qué es lo que molesta en esencia al capitalismo? Es el concepto pero, ¿cuál concepto se emitió con esta revolución? El de la participación protagónica. También se emitió el concepto de la paz, es decir, el ejército venezolano fue estructurado fundamentalmente sobre la agresión y la defensa, hasta estos últimos años Cuando se planteó de nuevo el ejército bolivariano se le devolvió a su concepto original. ¿Qué propuso Chávez? La esencia de un pueblo en armas. No estaba hablando de un ejército profesional al servicio de quien mejor les pague, que es la doctrina en esencia, y en el caso particular de Venezuela eran venezolanos mercenarios en su propio territorio. Cuál dignidad, cuál honor podían defender estos hombres, cuando su divisa era el dólar y hoy después de doscientos años son seres dignificados y arropados por el fuego de un pueblo digno, que los sabe sus hijos. Son soldados de la patria posible, la que ayudarán a heredar con su esfuerzo, con su entusiasmo, con su fuego de soldado pueblo, de soldado patrio.

¿Por qué? Vamos a ver una razón histórica. El ejército bolivariano duró desde 1811 hasta 1830, y fue el pueblo en armas. Después de allí ocurren una cantidad de guerras de guerrillas, hasta la Guerra Federal en la que Zamora vuelve a rescatar el concepto de pueblo en armas. Luego de la traición de Falcón y la oligarquía continúan las guerritas entre caudillos que terminan en 1908, cuando los gringos toman incluso militarmente a Venezuela para la explotación petrolera y otros minerales. Es una de las intervenciones más limpias que ejecutaron los gringos. Una invasión que duró aproximadamente cien años.

La invasión también fue cultural, destruyeron todas las bases anímicas, todo el modelo productivo conuquero, todo lo destruyeron e impusieron el concepto de ciudad en el país. Al lado de eso, construyeron un ejército profesional a imagen y semejanza de los ejércitos europeos o gringos con las mismas características de la agresión y la defensa. Cuando Chávez llega al Gobierno reactiva entonces la doctrina del ejército bolivariano, la doctrina de “el pueblo es el que está en armas”. Chávez, cuando implementa la doctrina bolivariana, ya no la realiza como el ejército de una nación burguesa, sino como una nación solidaria. Es la doctrina de la defensa, ya no en el marco de agredir y defenderse, sino bajo el concepto de la no agresión clara y definida y de la defensa a través de un hecho político que es la paz. Pero la paz en el entendido, no de la burguesía, porque para la burguesía la paz es el momento en que no está la guerra y se disfruta el botín; para nosotros los pobres –y así lo entendía y practicaba Chávez, y ahora Maduro, y todo el directorio revolucionario– es el no golpearse, no joderse; es vivir en otra cultura, la solidaria, la de los juntos, la que hace posible la vida comunal. Pero como vivimos en una cultura de ejércitos agresivos, que son todos los ejércitos burgueses del planeta, porque el único ejército fue el cubano que, como el de Bolívar, salió a liberar y a ayudar pueblos, son los únicos que no salen a descabezar pueblos.

Entendemos que el Gobierno, en función de esos dos elementos –la participación protagónica y la paz– convoca a todo el pueblo en armas, porque la revolución es pacífica, pero armada. También significa todo el pueblo diseñando políticas, todo el pueblo trabajando, produciendo, haciendo lo que tiene que hacer.

Chávez diseña la política de la no violencia, no en los términos de Gandhi, sino en la tenencia del ejército, la administración de la violencia, sin ejercerla. Es una doctrina. Cuando vemos las declaraciones de Maduro y de Diosdado son de firmeza, de que sabemos lo que hacemos y negociamos en nuestros términos. Esa es la gran diferencia de la no violencia de este directorio revolucionario: tener la capacidad de negociar dignamente, rodeados de alacranes, en su propio terreno, sin dejarse aguijonear.

Cuando los empresarios del mundo comenzaron el ejercicio de la diplomacia política no fue por aburrimiento sino porque los mayordomos políticos no les aceleraban sus planes criminales y ellos, ante esa debilidad, decidieron actuar directamente mostrando la verdadera cara del crimen, porque los mayordomos no se las hacían bien, y porque los mayordomos se volvieron dueñitos y empezaron con la administración de su propia platica y comenzaron a salir las vainas mal.

Entonces el dueño pasa a administrar él mismo su vaina y así está actuando el capital hoy a nivel mundial. No está practicando el ejercicio de la política, del engaño, la manipulación, la ideología, ya no está ejerciendo sino la política directa del robo, el crimen y el saqueo. “Esa vaina es mía, no me la toquen, y si me la tocan los escoñeto, se metieron con mis riales, los jodo”; no está analizando que con eso están matándose. Es peligrosísimo el imperio en estas condiciones, pero lo que nosotros tenemos que tener claro es que, así vengan las bombas, así venga la invasión directa, así venga la coñaza, no obtendrán la victoria, porque no los acompaña el tiempo histórico, ya pelaron el pedal de la historia. Hay que prepararse, hay que estar claros de dónde estamos parados, nosotros debemos entender que estamos en tiempos de la guerra impuesta; que hay trincheras, y que posiblemente en algún momento nosotros pasemos a esas trincheras. Ojalá nunca ocurra, pero mientras no pasemos a las trincheras sigamos produciendo el pensamiento, y aun en las trincheras no caigamos en la trampa de la guerra que nos anula como pensantes. Siempre tengamos claro que el tiempo histórico nos es favorable. Por encima de cualquier circunstancia, parafraseando al Comandante, pensemos patria para la otra cultura amable.

No es principio de este pueblo atacar a nadie aunque tenemos la fuerza. Nunca la oposición puede decir que los hemos cayapeado (a menos que considere los votos como garrotes, porque ahí sí es verdad que somos padrotes), no lo pueden decir, no tienen argumento más que su propia mentira, no hay un solo acto de este pueblo que haya mostrado para cayapear a los escuálidos. De ellos sí tenemos expedientes de crímenes, robos, asesinatos, por eso es que ahí no se puede ser blandengue. La del nini es una conducta política que no se puede permitir cuando todo un pueblo está en peligro inminente, bajo amenaza de guerra y menos en una impuesta como ésta.

Siempre debemos pensar. Si no acordémonos de las guarimbas cuando empezaron. Todo estaba tenso porque era inminente la confrontación; si se generaba la pelea, aun ganando, íbamos a perder; porque a los únicos que les interesa la guerra es a los dueños; en ese momento de tensión vimos el despliegue de mujeres policías desarmadas en la plaza Brión de Chacaíto, ellas desarmadas rodeando a los guarimberos: ahí ganamos esa batalla sin disparar un tiro; en la peor circunstancia está la sorpresa de la guerra. Ahí nos dimos cuenta de que en el directorio revolucionario no están unos loquitos ideologizados que se dejan arrastrar a la aventura, sino que hay seres pensando en fundar un país, desde otra perspectiva. No evadieron la guerra que se nos impone, porque asistieron al campo de batalla a desarmar la guerra, con el pensamiento, con la creatividad, actuaron como Chávez, fueron chavistas de pura esencia. Por eso la máxima: soldado que piensa bota la guerra, y en ese acto de guerra lo demostraron, ganaron la batalla sin derramar una gota de sangre. Por eso hay que insistir en la doctrina, lo que dijo Chávez: nos la jugamos con la paz, pero no estamos desarmados, si me tocas me obligas, pero mientras yo pueda evitar que me toques lo voy a hacer.

Lo más fácil de aprender es la guerra, ser soldado es lo más fácil de aprender, eso no tiene dificultad. Los mejores generales no salen de los cuarteles sino de las guerras, se hacen en la guerra. Ésta no es una complicación de la que debamos preocuparnos: de lo que tenemos que preocuparnos es de la política de la guerra: saber quién la elabora, a quién beneficia la política de la guerra, no de quién esté en la batalla. Si nos tocan las trincheras en esta guerra impuesta, estaremos. Pero es el diseño de la guerra la que debe preocuparnos, porque de acuerdo con la doctrina Chávez la guerra debe ser desarmada para que nunca más una gota de sangre proletaria mantenga a la oligarquía mundial ni local.

Así hemos luchado durante dieciséis años y así nos seguiremos manteniendo. Pensar y crear para desarmar la guerra con entusiasmo, el tiempo histórico está de nuestro lado. Los dueños siempre han logrado que los pobres nos dividamos para alistarnos en sus ejércitos. Hoy los pobres debemos pensar y estar más unidos, para nunca más ser soldados de los ricos, para seguir unidos en la patria por crear.


Fuente:El Cayapo
Comandante Fidel Castro. Foto: Roberto Chile/ Cubadebate

Una enorme ignorancia envuelve no solo a esta, sino también sus infinitas formas de experiencias. Incluso las huellas digitales de los gemelos univitelinos, nacidos de un mismo óvulo, se diferencian a lo largo de los años. No en balde Estados Unidos, el país imperialista más poderoso que ha existido se autoengaña al asumir como doctrina un párrafo de la Declaración Universal de Derechos Humanos donde se afirma: “todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y, dotados como están por naturaleza de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Nada de eso puede ser ignorado. Hay muchas más cualidades en los principios religiosos que los que son únicamente políticos, a pesar de que estos se refieren a los ideales materiales y físicos de la vida. También muchas de las obras artísticas más inspiradas nacieron de manos de personas religiosas, un fenómeno de carácter universal.

Los hombres de ciencia ocupan hoy un lugar privilegiado en los centros de investigación, laboratorios y la producción de medicamentos destinados a la salud humana, a vencer las distancias, concentrar las energías, perfeccionar los equipos de investigación que puedan operar en la tierra y el espacio. Alguien debiera poder explicar de forma sosegada por qué puede observarse desde un observatorio a cinco mil metros de altura sobre el nivel del mar una estrella cuya luz tardó 12 mil millones de años luz; es decir, a 300 mil kilómetros por segundo, en llegar a la tierra. ¡Una insólita medalla de oro! ¿Cómo puede explicarse eso, especialmente cuando se hace referencia a la unión de las estrellas que según eminentes científicos dieron lugar a la teoría del Big Ban?

¿Qué quedaría después? Nadie podría, sin embargo, negar la afirmación de eminentes científicos que tras decenas de años de rigurosos estudios arribaron a la conclusión de que tales fenómenos son absolutamente posibles. Otro hecho de notable trascendencia es que la posibilidad de estos fenómenos es absolutamente real.

Es en este punto que las religiones adquieren un valor especial. En los últimos miles de años, tal vez hasta ocho o diez mil, han podido comprobar la existencia de creencias bastante elaboradas en detalles de interés. Más allá de esos límites, lo que se conoce tiene sabor de añejas tradiciones que distintos grupos humanos fueron forjando. De Cristo conozco bastante por lo que he leído y me enseñaron en escuelas regidas por jesuitas o hermanos de La Salle, a los que escuché muchas historias sobre Adán y Eva; Caín y Abel; Noé y el diluvio universal y el maná que caía del cielo cuando por sequía y otras causas había escasez de alimentos. Trataré de trasmitir en otro momento algunas ideas más de este singular problema.

No olvidemos que este domingo habrá debate de candidatos. En la primera ocasión, hace dos semanas, se produjo uno que causó conmoción. El señor Trump que se suponía un capacitado experto quedó descalificado tanto él como Barack en su política. Habrá que darles ahora una medalla de barro.


Por: Fidel Castro Ruz
Octubre 8 de 2016
10 y 26 p.m.

Fuente: cubadebate.cu

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